Agudiza tus sentidos: manual de sabor veraniego


Foto de Ehsan Namavar en freeimages.com

Helados, refrescos, paellas, el agua salada del mar, etc, son parte de una larga lista de sabores que marcan el verano. Sin embargo, el sabor natural estival más espléndido es el de la fruta madura. Hay una fruta en concreto que merece especial atención por su sabor excepcional y por ser objeto de múltiples usos. Se puede servir como entrante con jamón, como postre, como sorbete y además se puede utilizar como vasija para servir cócteles, entre muchos fines. Me refiero al melón. Ni qué decir tiene que el melón es probablemente una de las frutas más difíciles de escoger. El riesgo de descubrir un melón aguado priva a muchos de disfrutar de esta fruta por no saber escogerla.

La redondez, el color y la rugosidad de la piel nos dan pistas sobre lo maduro que puede estar, pero hay que pasar a la acción para adivinar el tipo de almíbar que guarda en su interior. Al cogerlo con las dos manos es mejor hacer un poquito de presión para descartar la flacidez producida por un hongo u otra enfermedad en su interior. Seguidamente, sería conveniente lanzarlo al aire y cogerlo para memorizar el peso y compararlo con otros melones de la misma remesa. El secreto es una densidad particular que guarda la combinación más dulce de sol y agua, rematada con un aroma excepcional que puede llegar a penetrar la misma piel. El veredicto sobre nuestra elección llegará a la hora del postre. Las primeras rodajas mostrarán la carne abierta de esta increíble fruta y si su perfume inunda la sala, se confirmará la selección. El primer contacto con los labios transmite la frescura de la sombra, rebosante de azúcar, desbordando los sentidos. Esa golosina refrescante de los veranos de mi niñez.

Ejercicio 0004: Agudiza tus sentidos

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